¿Te gusta la cerveza, el chocolate y el cómic? Entonces te gusta Bruselas

La capital belga enamora de inmediato pero revela sus encantos por capas. Más allá de la plaza más linda del mundo, respira historietas en cada paso.

Bruselas, Bélgica

La mayoría de los viajeros llega a Bruselas sin demasiadas expectativas, pero basta con pisar sus calles empedradas para enamorarse perdidamente. La capital belga es una ciudad hermosa en sus calles, su arquitectura y principalmente en la que quizás sea la plaza más bonita del mundo. Pero Bruselas tiene muchas capas y detrás del deslumbramiento inicial aparecen verdaderas joyas escondidas. O no tan escondidas.

Esta entrada está especialmente dedicada a los fanáticos del cómic pero, para hacer honor al título, hagamos un breve repaso por el top ten de las atracciones que hacen única a esta capital en particular y a Bélgica en general.

  • Uno: cerveza. No solamente algunas de las cervezas más ricas del mundo se producen en este rincón del mundo sino que la variedad es tal (se dice que hay 1.500 marcas belgas) que en los bares ofrecen dos cartas: una para la cafetería, las bebidas, la bollería y la comida, y otra exclusiva para la cerveza. Y cada variedad se sirve en su propia copa, nada de andar mezclando.
Chocolates y waffles.
  • Dos: chocolate. Difícil decidir cuál es el mejor chocolate del mundo, lo que sí se puede asegurar es que quedará guardado en la memoria de nuestras papilas gustativas el momento en que degustemos un chocolate en Bélgica. ¿Existe alguien que viaje a este rincón del mundo solamente para comer chocolates? Supongo que no, pero sería un pecado estar aquí y privarse de ese placer.
  • Tres: papas fritas. ¿En serio? ¿Patatas fritas? Parece increíble pero es suficiente con probar las frites de aquí para admitir que un plato de una preparación tan simple pueda convertirse en un manjar en este país.
  • Cuatro: mejillones. Es el mejor complemento para las papas fritas. ¿Más argumentos? No hacen falta: vayan, prueben y después opinen.

»» También en este blog: Guía para visitar Bruselas

  • Cinco: wafles. No importa si se los llaman waffles, gofres o gaufres, son los más ricos del mundo. Si encontramos el indicado (mejor evitar los carritos callejeros) podremos sentir por un momento el sabor del paraíso en la boca.
  • Seis: Grote Markt. La plaza de Bruselas (mejor conocida como Grand-Place) está profusamente decorada y es deslumbrante en cada metro de fachada que la rodea, con una torre gótica de 96 metros de alto embelleciendo el ayuntamiento, más hermoso todavía bajo su delicada iluminación nocturna. El poeta Víctor Hugo vivió en una de las mansiones sobre la Grand-Place y no se cansaba de repetir que es “la plaza más linda del mundo”.
El ayuntamiento en la Grote Markt.
  • Siete: museos. Están los Musés Royaux des Beax-Arts, el Museo Magritte, el de instrumentos musicales y su maravillosa vista desde la cafetería de la planta superior, el Musée Horta de art nouveau, el del traje, el de juguetes y hasta el del Manneken Pis, donde se exponen los disfraces que ha tenido la diminuta estatua de bronce de ese niño orinando que por algún extraño motivo se convirtió en el ícono de Bruselas.
  • Ocho: el Manneken Pis. Bueno, no, el Manneken Pis no, ni siquiera hace falta visitarlo. El verdadero ocho es Place Saint-Géry, lo que alguna vez fue el gran mercado Halles Saint-Géry (casi como una elegante plaza techada) que desde 1999 alberga un salón de exposiciones, espacio de artesanías y una cafetería. A su alrededor florecieron decenas de cafés, bares y restaurantes que convirtieron la zona en el principal polo gastronómico de la ciudad, unas pocas calles siempre animadas, llenas de risas y música, especialmente en las noches de verano.
  • Nueve: Galeries Royales de Saint-Hubert. Quienes hayan viajado por Europa saben de qué hablamos al enumerar a Harrods en Londres, Lafayette en Paris y Vittorio Emmanuelle II en Milano: son algunas de las galerías comerciales más imponentes del mundo. Si bien la mayoría de sus locales apunta a clientes muy adinerados, el resto de los mortales podemos conformarnos disfrutando de su grandiosidad y sus detalles arquitectónicos. Las más antiguas de todas son las Galerías Reales de Saint-Hubert, con 200 metros de refinados corredores cubiertos por un techo de cristal, donde se pueden encontrar joyerías, tiendas de ropa, cafeterías, restaurantes y también los famosos chocolates belgas elegantemente empaquetados que invitan a regresar a casa con un regalo digno de la realeza.
  • Diez: los cómics.

Las tiras de la alegría

En casi todo el mundo hispanohablante se las conoce como historietas mientras que son llamadas monos en parte de Latinoamérica, muñequitos en Cuba, comiquitas en Venezuela, quadrinhos en Brasil, tebeos en España (por la revista TBO) y comic strips (o simplemente comics) en Estados Unidos. Nacieron como tiras cómicas publicadas en los periódicos hasta convertirse en un género editorial con ventas millonarias. En la región de Francia y Bélgica se las llaman BD, siglas de bande dessinée, y son motivo de orgullo nacional, lo cual es muy palpable en las calles de Bruselas, donde se pueden ver más de sesenta murales callejeros repasando las historietas más populares, que empezaron a aparecer en 1991.

Con la revista Spirou como emblema, entre las firmas más destacadas del cómic belga están Hergé (creador de Las aventuras de Tintín), Morris (dibujante de Lucky Luke), Edgar P. Jacobs (Blake y Mortimer), Jean Roba (Boule et Bill, que en España fue Bill y Bolita, y en Argentina Dany y Pompón), André Franquin (Gaston Lagaffe y Spirou et Fantasio), Philippe Tome (Le Petit Spirou), Jean-Michel Charlier (El Teniente Blueberry), Jean Van Hamme (XIII), Peyo (Los Pitufos, que en el original fue Les Schtroumpfs y en inglés se llamó The Smurfs), y muchos otros quizás no tan conocidos en el resto del mundo como Yves Chaland, Cosey, Gérard Lauzier, Mœbius y Jacques Tardi.

También hay casos de colaboración francesa-belga y apropiaciones de productos galos, ya sea como ‘préstamo’ o a raíz de una identidad común. Esto se debe a dos factores principales: ambos comparten el idioma francés y muchas revistas tienen bandes dessinées de guionistas y dibujantes de ambos lados de la frontera. Es por eso que en Bélgica hay un cariño especial por historietas ‘ajenas’ como Astérix el Galo, de los franceses René Goscinny y Albert Uderzo, pese a que en sus viñetas hay constantes burlas hacia los belgas, como estereotiparlos a manera de personas monotemáticas que solamente piensan en comer frites.

Esa tradición de la historieta franco-belga se percibe claramente en las paredes de Bruselas y sin pagar un centavo. Caminando por el centro histórico se puede ver a Tintín y su perro Milú trepando por unas escaleras de servicio, y también están los galos Astérix y Obélix invadiendo un campamento romano junto a un patio escolar. Los murales con personajes de cómics invaden las calles de la capital belga y lo extraño sería no encontrarse con varios de ellos durante una caminata por la ciudad. Ya en la estación de trenes central quienes dan la bienvenida a los viajeros son Los Pitufos, en una retorcida posición desde uno de los techos.

La colección de murales sobre historietas famosas está en aumento permanente y son varias decenas las que alegran las paredes del centro de Bruselas y también en los barrios más alejados. El siguiente plano es un recorrido sugerido por el centro de la ciudad con apenas algunos de los murales de los cómics más famosos y también los principales museos y tiendas de cómics y de figuras coleccionables de infinidad de personajes.

Mapa del cómic en el centro histórico de Bruselas (para imprimir en A4).

En las oficinas de turismo también se pueden comprar mapas con distintas rutas del cómic. Es que la gran cantidad de murales se expande por los barrios de la ciudad, aunque también es cierto que muchas de estas BD son muy populares en la región pero probablemente sean personajes desconocidos para quienes llegamos de países más lejanos.

Un joven reportero y su fox-terrier

Les Aventures de Tintin et Milou fue un éxito desde su debut en 1929, cuando comenzó a publicarse en viñetas semanales en un periódico belga. Su popularidad se demostró cuando el joven periodista ‘concluyó’ en Moscú su primera aventura: un boy scout personificó a Tintín regresando en tren a Bruselas y un público que se contaba por centenares lo ovacionó en la Estación del Norte.

El idilio entre Tintín y Bruselas se prolonga hasta nuestros días. A metros de la Grand-Place y camino a las galerías Saint-Hubert, La Boutique Tintin ofrece todos los productos imaginables para cumplir el sueño de los más fanáticos: libros, tarjetas, pósters, juegos, billeteras, relojes, bolsos con un cuadrito de nuestro héroe en el Congo, remeras con las caras de Hernández y Fernández (Dupond et Dupont en el original), figuras plásticas del capitán Haddock, tazas del profesor Tornasol, llaveros de Milú en peluche y hasta el cohete de ‘Objetivo: la Luna’ (y prácticamente todos los vehículos que utilizó alguna vez el intrépido reportero).

Y hay más: en el Uccle Cultural Center hay una estatua de Tintín y Milú, en la editorial Du Lombard hay un panel del dúo protagónico y en la estación Stockel del Metro hay una pintura con varios personajes de la serie, además del mural en Rue de l’Etuve 37, junto a una tienda de cómics.

Quienes no tengan suficiente Tintín deberán tomar un tren y en menos de una hora estarán en Louvain-la-Neuve, donde está el Museo Hergé, dedicado al creador de Las Aventuras de Tintín.

El paraíso de la BD

El Museo Belga del Cómic (Centre Belge de la Bande Dessinée) es un recorrido por la historieta nacional y regional desde principios del siglo XX. En un majestuoso edificio de Rue des Sables 20 (calle que tiene una señal ‘apócrifa’ que indica que se trata de la Rue Schtroumpf, es decir, la Calle Pitufo) están Lucky Luke y su caballo en tamaño ‘humano’, el botones Spirou con su tradicional uniforme rojo, el Citroën de Tintin y también su famosa nave espacial, paneles gigantes de Los Pitufos, una gran biblioteca de cómics, un centro de documentación y todo lo necesario como para sentirse inmerso en una tira cómica. Las exposiciones permanentes se renuevan periódicamente y también hay numerosas exposiciones temporales.

Quienes se queden con ganas de más tienen la Galería Champaka SA (en Rue Ernest Allard 27) y el MOOF-Museum of Original Figurines (en la galería Horta, junto a la entrada principal de la estación de trenes Bruxelles Central), así como numerosas tiendas de cómics, figuras coleccionables, juguetes, juegos, bolsos y prendas, entre ellas la Maison de la Bande Designée (La casa de los Cómics), justo a la vuelta del MOOF, muy cerca de la otra salida de la estación de trenes.

Autor: Zamba

Apasionado de los viajes y todo lo que ello implica: aviones, aeropuertos, trenes, ómnibus, carreteras, terminales, tranvías, metros, estaciones, barcos, funiculares, calesas, bicicletas, bicitaxis, taxis, tuk-tuks, songthaews... Y mis dos piernas, que mientras funcionen me seguirán llevando por las calles de cualquier rincón del mundo que pueda imaginar.

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