Quizás haya sido Paul Klee con sus apuntes de viajes a Túnez, o Eugène Delacroix con la bitácora de su paso por Marruecos, o tal vez Paul Gauguin con sus pintorescos relatos de sus días en la isla de Moorea, en la Polinesia Francesa, quienes inspiraron a los viajeros de todo el mundo a lanzarse en masa a experimentar recorridos exóticos. O probablemente la fiebre por conocer nuevos destinos haya nacido mucho antes, pero lo cierto es que el turismo un buen día se convirtió en una de las industrias más rentables del mundo, y los avances en las comunicaciones hicieron que muchos de nosotros terminemos por adquirir el hábito, la afición, la adicción de trasponer fronteras y lanzarse a conocer diferentes culturas.
Visto con ojos occidentales, Asia es el destino exótico por excelencia. Tantos son los turistas que eligen vacacionar en estas tierras que el sudeste asiático terminó por adoptar un nombre propio que reúne los trazados más habituales de esta zona del mundo: el Banana Pancake Trail, que fácilmente puede traducirse como Ruta del Panqueque de Banana.
Los panqueques de banana no son precisamente una especialidad del sudeste asiático, pero la afluencia masiva de viajeros occidentales obligó a los locales a adaptar parte de su gastronomía a los usos y costumbres europeos y americanos. Seguramente resulta llamativo para un camboyano que un visitante estadounidense muestre cierto desprecio por un curry verde de pollo o el cerdo frito con castañas y salsa picante, y opte en cambio por hamburguesas y panqueques de banana. Así fue como este postre se volvió habitual en los lugares más frecuentados por turistas. Las famosas guías Lonely Planet (infaltables en la mochila de cualquier viajero que visite el Sudeste Asiático) terminaron por hacer el resto y la denominación quedó incorporada.
No existe una ruta definida para el Banana Pancake Trail, pero es fácil identificar los distintos destinos que incluye: basta con encontrarse con una calle con un McDonald’s, un Subway y un KFC para saber que por ese lugar pasaron y pasarán miles de viajeros y mochileros llegados de tierras distantes.
El Recorrido Panqueque de Banana de Tailandia debería comenzar en los resorts de Phuket, los mercados de Bangkok o las fiestas desenfrenadas de Koh Phangan, para alcanzar regiones como Chang Mai y sus paseos a lomo de elefante, Koh Phi Phi con la idílica locación de la película de Leonardo DiCaprio «The beach», o Koh Tao y sus inmersiones junto a tiburones y peces de colores. Meri Castro en el blog 101 Lugares Increíbles completa una lista con los lugares que (todavía) no conocí: Goa, Pushkar y Varanasi en India, Halong Bay, Hoi An y Hanoi en Vietnam, Vang Vieng en Laos, Sihanoukville y Siem Reap en Camboya, Penang y Melaka en Malasia, y el Lago Toba, Yogyakarta, Monte Bromo y las islas de Bali, Lombok y Gili Trawangan en Indonesia. De todas maneras, la nómina completa nunca llegará a un mapa definitivo, y cada año se añaden nuevos destinos.
No somos Paul Klee, Delacroix ni Gauguin para aventurarnos en sitios nunca antes pisados por viajeros occidentales; muchos de nosotros apenas si queremos asombrarnos con la cultura y costumbres de tierras lejanas. Por eso, nadie debería avergonzarse de seguir el Banana Pancake Trail y mezclarse con cientos de viajeros que repiten los mismos rituales y las mismas fotos. De todas maneras, la sorpresa y la sensación de haber llegado al otro extremo del mundo están garantizadas. Aunque tampoco estaría nada mal pasar unos días en un modesto albergue de Chumphon o comer un tom yam arrullado por el canto de los lagartos de la selva de Mae Hong Son.
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