Qué hacer en La Habana

El primer encuentro es fuerte, entre la nostalgia y la decadencia, pero hay que animarse a llegarle al fondo a La Habana y principalmente a su gente.

La Habana

Consejos antes de visitar La Habana (Cuba)

  • Liberarse de prejuicios. El primer encuentro con La Habana suele ser chocante, una sensación de nostalgia, tristeza y desidia que de a poco se convierte en el descubrimiento de una ciudad completamente diferente —en todo sentido— a lo que pueden estar acostumbrados los ojos latinoamericanos o europeos. Y lo primero que empieza a cambiar la percepción de La Habana es su gente, siempre alegre, inocente, despreocupada, relajada, sin las tensiones de cualquier otra gran urbe. La arquitectura también es única, con vestigios coloniales en una ciudad que se muestra como si hubiese sido abandonada en la década de 1960, repleta de historia, con los omnipresentes Fidel Castro y José Martí en carteles, monumentos, afiches y portadas de libros en los mercados callejeros. También es extraño experimentar esa sensación de que no existe la inseguridad. Hay mucha gente mendigando pero basta con negarse amablemente, aunque también es una buena idea llevar jabones, perfumes, lápices o caramelos para regalar en la calle, serán bien recibidos.
  • LaHabana01 - Habana LibreVisitar El Vedado. El imponente hotel Habana Libre en el barrio El Vedado permite imaginar la opulencia de esa mole en 1958, cuando fue inaugurado como parte de la cadena Hilton. La historia grande de Cuba también se hace sentir en sus paredes: llevaba menos de un año atendiendo a pasajeros estadounidenses en sus 630 habitaciones cuando Castro y sus barbudos echaron a Fulgencio Batista de Cuba y tomaron el Habana Hilton, momento que se ve reflejado en las increíbles fotografías del magnífico lobby. Para llegar hasta la puerta del Salón Castellana (no es posible ingresar), el antiguo cuartel de mando de Fidel, hay que subir al piso 22, habitación 2224. Cada noche, en el último piso del hotel funciona el cabaret El Turquino, una discoteca con excelente música en vivo, pista de baile y una vista de las somnolientas luces de La Habana desde el piso 25. Pero El Vedado tiene mucho más: la famosa heladería Coppelia (donde se rodó «Fresa y chocolate»), el imponente Hotel Nacional (con las marcas de balas de la rebelión de 1933 y la red de baterías antiaéreas del jardín de la época de la Crisis de los Misiles), la curiosa Tribuna Antiimperialista (el bien conocido «Protestómetro» o «Tontómetro») desafiando a la Oficina de Intereses de Estados Unidos (el extrapolado enclave yanqui donde funcionaba la embajada), las infinitas escalinatas de la Universidad de La Habana y el pintoresco callejon Hamel.
  • Hacer ocasionales amigos en las calle. Todos los habaneros saludan con una sonrisa, son más que amistosos, siempre están predispuestos a conversaciones sobre cualquier tema (excepto criticar el castrismo, ya sea porque defienden a rajatabla el gobierno comunista o porque se sienten permanentemente vigilados) y no sólo nos ayudarán a entender más a fondo el estilo de vida de los cubanos sino que también servirán de gran ayuda para ubicar los lugares emblemáticos de la ciudad. Hay que tener en cuenta que los lugareños, deseosos de que el mundo descubra la belleza de su tierra, casi nunca recomiendan el camino más corto de un punto a otro sino el recorrido más bonito.
  • LaHabana02 - Coco taxis►Caminar mucho. Las distancias en La Habana entre los lugares más visitados por el turismo suelen ser reducidas y recorrer la ciudad a pie es la mejor forma de capturar su esencia. De todas maneras, los taxis son baratos y las guaguas (ómnibus) suelen ir repletos pero cuestan apenas un par de monedas. Los coco-taxis son un medio de transporte divertido, aunque no está de más regatear el precio.
  • Precios para turistas. No es necesario identificarse como visitante, ellos saben quienes estamos de vacaciones y los precios se multiplican de manera desproporcionada para los viajeros. Hay cosas que cuestan el triple para los turistas (como las entradas a los museos) y otras que valen hasta diez veces más (los libros, por ejemplo). Es inútil reclamar: los comerciantes nos dirán un precio como si fuera el único (en CUC, Pesos Cubanos Convertibles que cotizan similar al euro), aunque junto a nosotros un habanero pagará varios billetes menos (y encima con CUP, pesos cubanos, que cuestan un cuarto que los CUC). Si en la mesa de un restaurante se sientan un turista y un cubano, las cuentas van separadas.
  • LaHabana03 - PradoRecorrer la zona central de La Habana. El trayecto podría comenzar en el malecón, seguir por el Paseo del Prado e internarse en La Habana Vieja y la zona de Centro Habana. El malecón es una de las imágenes más clásicas de la ciudad, aunque recién estando allí el viajero entiende que podría terminar la recorrida totalmente empapado: el mar rompe con furia contra las rocas, y es habitual que las veredas queden sepultadas bajo las olas. En el extremo norte del Paseo del Prado está el Castillo de San Salvador de La Punta, asomado al mar, y a partir de allí comienza la que fuera la primera calle asfaltada de La Habana, más tarde embellecida por hoteles, teatros, arboledas, un sendero peatonal central y esculturas. Hoy denominada Paseo de Martí, los habaneros siguen llamándola por su antiguo nombre. Muy cerca está el Museo de la Revolución y Memorial Granma y, hacia el este, la Bodeguita del Medio que hiciera famosa el escritor Ernest Hemingway con su frase «mi mojito en La Bodeguita, mi daiquiri en El Floridita». Luego aparecen la catedral y su plaza, siempre animada y llena de música y color, aunque hay que saber que todos esos llamativos personajes que posan para las fotos exigen dinero a cambio. A un par de cuadras está el hotel Ambos Mundos, también popularizado por Hemingway, y por calle Obispo hacia el oeste se completa la «trilogía» del escritor con el bar Floridita donde, efectivamente, sirven un daiquiri delicioso. Una cuadra más adelante regresamos al Prado y su Parque Central, el imponente Capitolio (de visita impostergable) y detrás la entrada al Barrio Chino, quizás uno de los Chinatown más tristes y apaciguados del mundo. El trayecto continúa internándose en las callecitas rumbo al norte, para mezclarse con los niños jugando en las calles sin compañía de adultos y los vecinos compartiendo la tarde en las veredas o charlando ruidosamente de balcón a balcón (si vamos a visitar a algún conocido en La Habana es bueno saber que casi no hay timbres, simplemente habrá que gritar su nombre desde la vereda o directamente entrar en la casa, ya que las puertas siempre están abiertas de par en par, incluso cuando los moradores salen a hacer las compras o de paseo). Calle Neptuno es un buen lugar para terminar la extensa caminata, con sus mercados ruinosos y disquerías y librerías que parecen perdidas en el tiempo.
  • Comprar artículos locales. La Habana es una ciudad repleta de artistas interesantes. Muchos de los que venden artesanías y pinturas se reúnen en los galpones de los Antiguos Almacenes San José, al sur de La Habana Vieja, ideal para regresar de las vacaciones con algunos recuerdos originales. Muy cerca de allí está el revelador Museo Casa Natal de José Martí, justo enfrente de la bucólica estación de trenes.
  • LaHabana04 - FocsaSubir al edificio Focsa. Es el mejor mirador de La Habana. En pleno El Vedado, el bar y restaurante ubicado en el piso 33 permite deleitarse con atardeceres inolvidables y, según dicen, los días más diáfanos se alcanza a ver los edificios de la costa de Florida. El bar es muy accesible y sirven unas deliciosas rosetas de jamón crudo por unos pocos CUC.
  • Ir a la Plaza de la Revolución. Una visita a La Habana no estará completa sin contemplar el famoso relieve escultórico con el retrato del Che Guevara sobre las paredes del Ministerio del Interior. También están en torno a la plaza seca la Biblioteca Nacional, el Palacio de la Revolución (el siempre bien custodiado comité central del Partido Comunista de Cuba) y el Monumento a José Martí, de 129 metros de altura, desde cuyo mirador se puede observar toda la ciudad. A pocas cuadras se encuentra el Cementerio de Cristóbal Colón (se cobra entrada), un derroche de faraónicas construcciones de mármol y monumentos.

El sitio oficial de turismo del país, Auténtica Cuba, es un buen lugar virtual para empezar a conocer algunas de las virtudes de La Habana, así como Visitar Cuba.com. La despojada Mi Guía de Cuba tiene muchos detalles sobre cada rincón de la ciudad, así como recomendaciones gastronómicas y culturales. El blog Habana por Dentro se adentra en la idiosincracia habanera combinando textos con gran cantidad de fotos, pero si lo que buscamos es la mirada más politizada hay que ir a Sin EVAsión y el tan imprescindible como cuestionado blog de Yoani Sánchez Generación Y, con las más feroces críticas al gobierno castrista, hoy incluido dentro del portal que lanzó la misma bloguera, 14 y Medio.

En la sección Mapas de La Habana hay algunos mapas personalizados que serán útiles para visitar por primera vez la capital cubana.

Autor: Zamba

Apasionado de los viajes y todo lo que ello implica: aviones, aeropuertos, trenes, ómnibus, carreteras, terminales, tranvías, metros, estaciones, barcos, funiculares, calesas, bicicletas, bicitaxis, taxis, tuk-tuks, songthaews... Y mis dos piernas, que mientras funcionen me seguirán llevando por las calles de cualquier rincón del mundo que pueda imaginar.

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